Todas las personas experimentan cierto grado de ansiedad cuando van a tener intimidad sexual con alguien, sobre todo las primeras veces. Es una experiencia que deja al individuo expuesto totalmente tanto física como emocionalmente.
Y en estos tiempos en que es frecuente el sexo rápido y sin suficiente grado de confianza y conocimiento de la otra persona, dicha ansiedad suele ser mayor y generar verdaderos inconvenientes a la hora de dicho encuentro.
Antes era común que las parejas tuvieran una “previa” mucho más duradera respecto a una relación sexual. No solo en el momento de llevarla a cabo, sino también en el tiempo de conocimiento previo de la otra persona.
Hoy sucede que al haber menos tabúes respecto al sexo, las personas muchas veces lo toman como casi una obligación o algo a la ligera y cuando llegan a ese momento se dan cuenta que no estaban preparados.
Es frecuente que las personas se conozcan en una noche y sientan muchas veces que es tiempo suficiente para dar ese paso y luego empiezan los problemas. Porque para llegar a ese extremo necesitan desinhibirse de forma rápida y a veces antinatural, ya sea consumiendo alcohol u otras sustancias que haga que bajen su nivel de censura.
Se sienten además en permanente prueba y comparación, lo cual hace que “no puedan fallar” en dicha performance. Cosa que lleva a que tengamos adolescentes y hombres jóvenes que recurren repetidamente (hasta la adicción) al Viagra, porque no pueden permitirse no responder como se espera de ellos, no salir airosos de la prueba en esa noche.
Y lo mismo las mujeres o chicas jóvenes, acuden al alcohol, o son expertas en fingir lo que no sienten, o adoptan un papel teatral para representar lo que se espera de ellas.
Todas estas situaciones deterioran la esencia de una relación sexual sana.
Y son generadoras de disfunciones sexuales que no tendrían por que darse, sino fuera por tanto apuro y presión que se imponen. Es así que se ve con frecuencia la impotencia masculina (disfunción eréctil), la anorgasmia femenina, el vaginismo, la eyaculación precoz, disfunción del deseo y otras disfunciones sexuales.
Todos trastornos en los cuales la ansiedad juega un papel por demás relevante.
La ansiedad tiene un fin adaptativo. Nos prepara para la lucha o la huida de una situación peligrosa. Y se rige por el sistema nervioso autónomo, en su rama simpática.
El estado de calma y relax está regido por el mismo sistema nervioso autónomo, pero en su rama parasimpática. El simpático y el parasimpático son antagónicos. Esto quiere decir que cuando uno sube, baja el otro. O sea, nunca puede pasar que alguien esté relajado y nervioso a la vez.
Estas diferencias son importantes de entender, porque a la hora de la relación sexual, la etapa de excitación está regida por el sistema nervioso autónomo en su rama parasimpática.
O sea, es imposible estar excitado y muy ansioso a la vez.
Es como si se prepararan para sobrevivir en una situación extrema y pretendieran estar excitados, no es compatible. La sangre fluye a los músculos para prepararnos para el ataque o la huida.
Se necesita estar suficientemente tranquilos, bajo la influencia del parasimpático, para poder experimentar excitación en una relación sexual. Para eso debe haber confianza entre los integrantes, conocimiento del otro y de a lo que se van a exponer. Y esto difícilmente lo logren a las apuradas.
Por eso muchas veces aunque la persona esté muy segura de sentirse atraída por alguien que conoció , si no tiene aun la suficiente confianza, es probable que no pueda llegar al grado de excitaron deseable, por los nervios (ansiedad) que le genera dicho apuro.
Esto hace que los hombres no puedan lograr la erección y se sientan muy mal.
Incluso es común que solos en su casa puedan masturbarse sin problemas, pero cuando llegan al enfrentamiento con el otro no logran los resultados deseados por estos motivos citados anteriormente.
Las mujeres lo disimulan mas porque no están tan expuestas, aunque los hombres experimentados podrían darse cuenta. Ellas terminan fingiendo lo que no sienten, porque no se dieron tiempo de conocimiento previo, que les habría ayudado mucho a bajar los niveles de ansiedad. Se sienten ambos en ese lugar de ser juzgados en su desempeño por el otro y eso les juega en contra.
En sexología se llama “rol de espectador”, cuando la persona no se abandona a sus sensaciones sino que esta pendiente de su desempeño. Como quien es espectador de una película en vez de ser el protagonista.
Al desconectarse con el sentir, por la misma ansiedad de hacerlo bien, es que no puede disfrutar el momento y no logra la excitación deseada.
Además se da una cadena, porque una falla en una situación hace que luego sea más difícil revertir ese proceso. En el caso del hombre siente que su hombría está en juego.
Anticipa que puede volver a fracasar, con lo cual va aun más ansioso a la siguiente vez y es mucho más probable entonces que fracase por esto mismo.
No logra estar tranquilo y abandonarse al sentir. Es una cadena que se retroalimenta en forma negativa.
Con las mujeres pasa algo similar, después de haber fingido un orgasmo les da vergüenza poner marcha atrás y empezar a comunicarle al otro que cosas le gustan y cuales no , o dar a entender que necesitan más tiempo, o más caricias. No quiere defraudar a su compañero y así se sumergen en una serie de relaciones sexuales displacenteras por no haberlo comunicado o puesto el freno a tiempo.
Por todas estas variables es que cuando una persona va a dar ese paso, siempre es mejor estar preparada para hacerlo, y no lanzarse demasiado pronto y fracasar por sentirse presionada, ya sea por el otro, por prejuicios, mandatos sociales engañosos, el que dirán, etc.
La relación sexual es una forma íntima de comunicación, y muchas veces necesita de tiempo, conocimiento, comodidad y tranquilidad, para poder expresarse de la mejor forma.
Puede haber gente más experimentada, con menos tabúes, y menos ansiedad, que domine más fácilmente estas situaciones, pero no son la mayoría.
No hay que tomar las experiencias ajenas como modelos a seguir. La sexualidad implica muchas variables que la hacen particular para cada individuo, desde la educación recibida en su casa, la cultura y sociedad en la cual está inserto, las experiencias previas que tuvo, factores religiosos, etc. Y todo eso esta presente a la hora de intimar con el otro.
Por lo cual no es algo para tomar a la ligera.
Así que la próxima vez que te enfrentes a una situación así, deja las presiones y las evaluaciones de lado y decide tú cuando estas preparado para poder disfrutar realmente de dicha relación.
Ps. Silvia Cardozo
Terapia Cognitivo Conductual
Cel 099 18 39 50
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