PAZ CARDOSO



Paz Cardoso es mamá de Martín, Luz, Cesar y José. Ellos son su inspiración diaria.
En una charla amena nos habla de su rol de madre, del cambio que significó en su vida conocer a Diego Forlán y de los proyectos y desafíos que le implica Riza, su marca de juegos para niños.


¿Qué recuerdos tenes de tu niñez?
Somos una familia grande, cinco hermanos. Son cuatro súper seguidos y después de seis años llegué yo de sorpresa. Siempre fui la mimada y siempre me encantó. Mis hermanos me cuidaron, me mimaron y yo amé eso, fue lo máximo.  Somos muchos, mis papás que están juntos al día de hoy, muchos primos, siempre rodeada de niños y de adultos.
Un familión, me encantan las familias grandes. 

¿Y la etapa de adolescente?
Mi adolescencia fue divina, muy tranquila. Siempre fui al mismo colegio, entonces mi grupo de amigos siempre se mantuvo, hasta el día de hoy. Somos un grupo numeroso de amigas de toda la vida. 
Tu vida cambió cuando conociste a Diego en muchos aspectos.  ¿Cómo fue ese cambio? 
Yo estudiaba medicina, estaba en cuarto año de facultad, conocí a Diego y la verdad que me cambio la vida. 
Siempre fui una persona muy responsable, estaba muy comprometida con mi carrera, me encanta la medicina hasta el día de hoy.  Pero conocer a Diego implicó casarme e irme a vivir a otro país y eso lo cambió todo. Cuando nos casamos nos fuimos a vivir a Brasil, y como es un país tan grande lo que pasaba es que se iba a jugar al Norte por ejemplo y no volvía enseguida, a veces se quedaba toda la semana. Entonces al estar tan cerca de Montevideo yo me venía para acá. En ese sentido recuerdo que cuando estábamos en Brasil sentía que no estaba ni en un lugar ni el otro. Como que no me podía organizar porque era algo que no terminaba de estar ahí. 
Después de Brasil vino Japón
Japón es alucinante, de las mejores experiencias de mi vida. Un país increíble, todo es espectacular, la seguridad, la vida ahí, la gente. Volveríamos felices. 
El japonés es súper amable, nadie habla Inglés, solo en Tokio pero nosotros vivíamos en Osaka así que tuvimos que aprender japonés los dos para poder comunicarnos. Y el hecho de que estábamos los dos solos sin poder comunicarnos con nadie al principio nos unió muchísimo. Fue una etapa espectacular. Ahí sí, me pude organizar en el sentido de estar asentada en un lugar. Aprendí el idioma, hice un curso de pintura Jodo que es un arte japonés, sentí que fue la primera vez que efectivamente estaba instalada afuera de mi país. 

Allí tuviste tu primer emprendimiento de repostería, ¿de dónde sale la idea y el coraje para emprender algo así en un país como Japón?
Si, ese fue mi primer emprendimiento. Siempre fui de crear, soy inquieta, me gusta estar haciendo cosas.  Me encanta cocinar, en casa todo siempre es casero, cocino siempre con mis hijos que les encanta también. Las tortas de cumpleaños, las galletitas, si vienen amigos a cenar, etc. En mi familia siempre estuvo la cocina muy presente y allá son tan prolijos para todo, que yo empecé haciendo galletitas con forma de camiseta de fútbol con el 10 y los colores del club. Y todos empezaron a querer, fueron un éxito. 
Allá las tortas son de 15 cm de diámetro como mucho, no están acostumbrados a lo dulce, o sea nada que ver a lo que consumimos nosotros lleno de dulce de leche. Así que me hice una página web y empecé a comunicar por ahí. Me ayudaban un poco con la traducción porque lo que tiene el japonés es que cada símbolo es un sonido entonces según como combines el símbolo es lo que quiere decir, me ayudaban las chicas del hotel para responder.  Los clientes me giraban el pago antes que yo mandara el pedido y yo lo mandaba por correo.  Ese fue mi primer emprendimiento, todo un éxito, brutal, lo disfruté muchísimo. 

¿Y ese espíritu emprendedor te lleva a darle vida a Riza?
Si, en realidad Riza surge de manera muy espontánea. Mamurrí, surge porque mis hijos iban a un jardín con un nombre parecido. Cuando llega la pandemia les digo a mis hijos que no van a ir más a clase y que yo voy a ser su maestra. Era una forma de que ellos entendieran la nueva instancia a la que nos enfrentábamos. Eran solo 3 en ese momento, César era muy chiquito así que no iba pero Martin y Luz si, y de golpe, como nos pasó a todos, el día a día cambió por completo. 
La primera semana Diego estaba entrenando, entonces en las mañanas no estaba, llegaba de tarde pero después pasamos a estar todos todo el día en núcleo familiar en casa. Gracias a Dios estuvimos siempre todos sanos, entonces fue un momento dentro de todo lindo y disfrutable, con el miedo sobre todo que no pasara nada con los adultos pero disfrutando del estar todos juntos. 
Ahí yo empecé a notar con el tiempo que los niños necesitaban una actividad dirigida. Hasta ese momento siempre era todo cuando querían. Ellos querían jugar con animales, o autitos y lo hacían, todo fluía porque jugaban pero les faltaba algo con principio y final. Y era tal cual, les hacía mucha falta de verdad. El primer día pintamos mandalas, les presenté lo que era, buscamos cosas en casa y estaban fascinados, más allá de la actividad, por el compartir y aprender en familia. Diego era un alumno más, fue impresionante. Tanto que cuando terminó la pandemia extrañamos esas actividades, hasta el día de hoy me piden, ´´Ma nos preparas un Mamurrí ¨ porque saben que yo los preparaba y los esperaba con todo pronto.  A partir de eso me dieron ganas de que ese momento y esa instancia pueda llegar a todos lados, y así son los juegos de Riza. Los niños aprenden y disfrutan jugando a la par, eso es lo divertido, sentarse en el piso con ellos a jugar, y dejar todo lo demás. Que ese momento sea eso, dedicarle tiempo. Además de que aprenden un montón de consejos fundamentales pero a modo de juego.  Yo creo que ellos de todo esto lo que más disfrutan y valoran es el tiempo que uno les dedica. 

 ¿Y cómo lograste llevarlo a realidad?
Nosotros lo hacemos todo 100% nacional, todo se hace acá. Lo hago todo yo, yo los diseño y los creo. Es muy difícil. Desde el primer momento quise emprender acá y hacer todo en Uruguay, pero encuentro millones de trabas. A veces tengo una idea en la cabeza y cuando la quiero bajar a tierra no lo puedo hacer y no es que sean cosas de otro mundo pero la verdad que es muy difícil, porque de hacerlo sería un juego inviable para producir.  Es un desafío constante pero como todo desafío cuando encontramos la solución es doble la satisfacción. 

Y el libro, ¿cómo surge?
El libro es fascinante. Una noche me vino nostalgia de las actividades de Mamurrí y pensé que tenía que dejarlo plasmado. Nunca había escrito nada para publicar, pero me encanta escribir, soy de escribir cartas y emociones que me pasen. Y lo que me pasó es que como fue una experiencia tan linda para nosotros, que dentro de todo lo desastroso que fue esa etapa para todo el mundo nosotros pudimos sacar algo tan lindo dentro de toda esa incertidumbre y miedo, que quise que quedara registrado. A ellos les encanta verse en el libro. Si bien fue un proceso de meses de escritura, fue fácil plasmarlo. Después vino todo el proceso de corrección y demás. 
Es un libro que cuenta el proceso del pasaje de Mamurrí a Riza y da algunos tips. Por ejemplo a mi me pasaba que la gente me preguntaba como hacía para que ellos se quedaran quietos en la actividad o se involucraren, o como hago para que no me pinten todo. Y bueno, me pintan todo (risas) pero los dejo y después limpio. Utilizo materiales que sean lavables. También hay cosas que son fundamentales como una buena postura, quitar todos los elementos que los puedan distraer, etc. Cosas que pueden facilitar la armonía de la actividad.

¿Dónde encontramos Riza?
Riza por ahora está en Instragram y en la web. Llegamos a todo el país y allí pueden comprar todos los artículos.

¿Ronda la idea de internacionalizarlo?
Y bueno, siempre uno se proyecta. Me encantaría, aunque primero en realidad me gustaría que se conozca en todo el país. Si bien llegamos a todos lados y la persona que lo conoce lo puede comprar desde cualquier punto del país, me gustaría que todo el mundo supiera del proyecto.  Riza es un proyecto muy nuevo,  y estamos fascinados con el resultado.  Riza es un juego, el niño no se va a sentar delante de un problema matemático, es lúdico y a través de eso el niño aprende. Me gustaría que ese concepto llegara a todos lados. Y obviamente el día de mañana al mundo. 

¿Cómo combinas el día a día de mamá de cuatro niños con el trabajo de estar atrás de cada etapa del proyecto?   ¿Te imaginabas mamá de cuatro?
Sí, siempre me gustaron las familias grandes. No iba mucho de la mano con mi carrera pero en el momento uno deja fluir y acá estamos. Me encanta formar parte de una familia grande, Diego viene de una familia grande también, son 4 hermanos. Así que siempre nos imaginamos con muchos hijos.  Y Diego es un pilar enorme, está a la par. Es todo una organización pero cuando a uno le gusta se hace más fácil. Y ellos son parte constante de Riza, son inspiración cotidiana. Es como algo que va de la mano. Además tengo la ayuda de mi mamá que trabaja conmigo en Riza desde el momento uno, yo siempre digo que es otro yo.  Mi mamá y mi papá están también en el proyecto pero más que nada mi mamá, que es la que está todos los días. Le encantan los niños, tiene muchos nietos y le gusta jugar y estar con ellos así que ella es un gran apoyo porque comparto todas las ideas y todo lo que imagino con ella para tener su opinión. 

¿Vienen más niños?
Y si, (risas). Yo creo que uno más por lo menos, si. 

Contabas que trabajas con tus padres, significa un back up porque las posibilidades de armar valijas y salir están siempre latentes. Si eso pasa Riza sigue. 
Si,  ahora menos que antes. 
Hace un tiempo no sabias donde ibas a estar, me pasó de estar un 3 de enero en Punta del Este y al otro día estábamos saliendo a Japón. Al principio me daba más ansiedad, después ya me acostumbré y me encanta.  Enriquece mucho. Hoy en día los chicos son más grandes y ya tienen sus amigos, sus primos de la misma edad entonces eso te tira un poco a quedarte. Y por suerte ahora Diego tiene mucho trabajo acá, si bien viaja mucho por trabajo, va y viene.  Así que por ahora nuestra base es Uruguay, lo que no quiere decir que el día de mañana eso cambie, esa puerta siempre está abierta.  Pero Riza puede seguir sin problema. 
Se nota que son una familia muy deportista, ¿qué tan importante es en el día a día?
Los chicos lo llevan adentro. Son ellos los que nos piden para jugar, jamás les insistimos. Los niños ven al papá haciendo deporte y es el ejemplo que tienen. Los dos tenemos facilidad para el deporte y ellos lo viven de manera muy natural, les gusta, tienen facilidad de coordinación, lo disfrutan. Les encanta. Y nosotros felices porque es algo sano. Cuando sean más grandes el deporte siempre te lleva por una vida más sana. 

¿Cómo sos como mamá?
En casa no es que uno sea el de los límites y el otro no. Estamos mucho y lo que tiene de estar mucho es que ves todo, así que los dos marcamos lo que se puede hacer y lo que no.  Potenciamos lo bueno y marcamos lo no tan bueno.  Es muy balanceado. Nosotros tratamos de hacer nuestras cosas cuando ellos no están. Cuando estamos en casa tratamos de estar con ellos. Nosotros llevamos al cole, vamos a buscar, llevamos a las prácticas,  vamos a los partidos, y nos encanta.

 ¿Cómo viven la religión?
Mi madre es catequista así que siempre la parte religiosa estuvo muy presente en mi familia. Nosotros somos creyentes pero hoy en día no somos de ir a misa… deberíamos, pero siempre hay una presencia. Ahora estoy  conectado con la meditación. Empezamos yoga y estamos felices. Pero la verdad que cuesta, es ese momento en el que llegas enchufado, agotado y ahí es como tu tiempo, solo hay que enfocarse en respirar, algo de lo que no estás consiente en el día. Cuando no lo hago, lo extraño. Empezamos juntos con Diego y estamos felices. Somos de hacer actividades juntos, nos encanta. Somos de tomar un café mientras esperamos alguna actividad de los chicos. Tenemos muchas actividades de compartir y las valoramos muchísimo.

¿Tenes ayuda en tu casa?
Tenemos ayuda durante el día, después somos nosotros solos. El año pasado Diego se fue un mes y medio al mundial y eso fue intenso. Pero tenemos mucha rutina y eso lo hace más fácil. Hicimos una cartulina con un almanaque para tachar los días que faltaban para que papá volviera y lo llevamos bien. Ellos se proyectan, se van haciendo una idea de lo que falta.

¿Qué se viene con Riza?
Se vienen juegos espectaculares, libros nuevos, proyectos que ya están encaminados y otras ideas que tengo que ver como poder realizarlas acá.
¿Cómo te imaginas en unos años?
Si Dios quiere rodeada de mi familia, con Diego, con los chicos que no quiero ni pensar porque van a ser adolescentes, con alguno más. 
Con Riza a full llegando a todo el mundo en otro nivel. Siento que somos unos privilegiados en la calidad de vida que tenemos y en el tiempo que les podemos dedicar a nuestros hijos, y eso me encantaría mantenerlo. Lo que priorizo totalmente, al igual que Diego, es el tiempo en familia. Así que todo proyecto que acompañe eso bienvenido sea. 

Pin pong Paz. 

Una ciudad para vivir   Montevideo
Una comida  La polenta
¿Dulce o salado?  Dulce siempre
Grupo de música   Muchos, me encanta la música
¿Ídolo?   Mis papás, los dos. Y admiro mucho a Diego, como balancea su rol de padre con el trabajo. Lo que nos cuida, es completo. 
¿Playa o nieve?   Creo que playa, la nieve me encanta pero para vivir playa.
Un perfume  Voy cambiando, no tengo uno puntual. Mis perfumes son fuertes, pero no tengo puntual.
Un regalo especial  Mi familia. Hay un antes y un después de mi primer hijo sin duda.





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