Magdalena Reyes



Magdalena es filosofa y psicóloga, dos carreras que van muy de la mano. Su columna radial, Café filosófico en Del Sol es un éxito. En 2021 escribió Así esta bien un libro que acerca la filosofía  al común de los mortales, volviéndola mas práctica y funcional. 
Un mano a mano con una mujer que se define como  transgresora y que pone sobre la mesa el aprender a identificar no solo lo que nos hace felices sino también  nuestros miedos y sombras en esa  búsqueda de conocernos a nosotros mismos.

Sos Filósofa y Psicóloga, ¿qué va primero?

Sin dudas filósofa. No solo por una cuestión cronológica porque fue la que estudié primero, sino porque  me identifico más con la filosofía, aunque trabajo como psicóloga clínica y me encanta! No concibo el ejercicio de mi profesión como Psicóloga sin la filosofía.

¿Por qué elegiste esa carrera?

Yo elegí la filosofía sin saberlo. Fue el día que me encontré con Nietzsche  a los 16 años. Era muy lectora, soy la única mujer entre 5 hermanos varones y en esa época no había los divertimentos que hay ahora. Cuando eras niño estabas en tu casa, no teníamos muchas actividades. Entonces leía mucho.
Tuve  entonces la sensación leyendo “Humano demasiado humano” de Nietzsche,  de que ese libro había sido escrito para que yo lo leyera, y  me dije  a mi misma “es esto”... supe que era lo que yo quería hacer. Por supuesto no tenía  ni idea de lo que era la Filosofía. Siempre me gustó la pregunta por el  ser humano, me enamora el ser humano. Yo me fui para el lado del alma y la psiquis humana. Psiquis o mente viene de psique que es una palabra griega que se traduce como alma, que es, precisamente,  lo inmaterial, lo que no se puede ver ni toca, inaccesible a los sentidos.
Entré en esa época en la facultad de Psicología, hice Comunicación , traductorado, hice de todo, aunque nunca dejé la Facultad de Humanidades, donde estudié filosofía. 
Uno es muy chico cuando elige, entonces fui viendo qué me gustaba. Me dio la libertad de experimentar, me fascinaba la idea de entrar en la universidad. 

¿Te sentías diferente por elegir estudiar filosofía?

Sí, cuando elegí mi carrera casi nadie lo entendía. En esa época era muy raro estudiar filosofía, dedicarse profesionalmente a ella. Hoy sigue siendo bastante raro, pero hay
un cambio. Tengo entendido que el año pasado ingresaron 200 estudiantes a estudiar filosofía en la Facultad de Humanidades de la UDELAR. Si lo comparo con la época en la que yo estudiaba, es una locura. Nosotros seríamos 10 por generación como máximo

¿Qué implica el conócete a ti mismo?

Sócrates es el padre de la filosofía occidental, decía : “conócete a ti mismo” , la respuesta está en ti. En el psicoanálisis, es el leitmotiv de mi ejercicio profesional como psicóloga, los acompaño en el conocimiento de sí mismo.
No es solo  desde  qué  es lo que quiero, que me gusta, qué quiero ser en un sentido egoísta, donde solo importo yo misma. Somos animales sociales y estamos rodeados de “otros significativos”, personas a quienes queremos. Y esas personas son importantes cuando pensamos acerca de nuestro bienestar, de lo que queremos para poder tener una vida más buena y feliz.
Conocerse a uno mismo es, más que nada, poder identificar y reconocer nuestros propios límites, miedos, inseguridades. Esto es de las cosas más difíciles que hay: ponernos en contacto con nuestras propias sombras y no salir corriendo. 

¿Por qué crees que hay una “moda” de revisarnos tanto, no desde la terapia pero sí ocupándose más de  lo que a uno le pasa?

El interés en ese mirar para adentro, de realizarnos preguntas que van más allá de lo inmediato tiene que ver con una manera de contrarrestar lo que decía el  filósofo sur coreano  Byung-Chul Han, en su libro La  sociedad del cansancio ,  en el que hace un diagnóstico de  la sociedad contemporánea impresionante. La sociedad de la  productividad. Hay una tendencia a los hipermercados de la felicidad, estamos inmersos por esta sociedad de ser productivo, porque , si estás a mil  sos un crack, exitoso. Para los filósofos de la antigüedad, el ocio era no solo una necesidad para poder pensar, sino también un privilegio que gozaban los hombres libres de aquella época. Si uno está todo el día haciendo cosas, como lo estamos generalmente en esta sociedad donde esta tan valorado el ser productivo, entonces es imposible pensar, porque al pensamiento hay que darle  el tiempo necesario para que decante. Esa moda de revisarnos tanto que tu mencionas  tiene que ver con el malestar que consciente o inconscientemente experimentamos al estar tan “a mil”, preocupados por satisfacer demandas y hacer cosas productivas todo el día. 
La filosofía promueve el ocio, es revolucionaria. La filosofía siempre chocó contra el “status quo”: lo cuestiona, ya desde la época de Sócrates, la filosofía pone todas las creencias, valores y prejuicios propios de una cultura o un momento histórico entre signos de interrogación. .

Hay gente que le cuesta más ese ejercicio...

Si, hay personas más introspectivas, porque mirar para adentro no es fácil, que es el conócete a ti mismo, reconocer mis sombras. Baruch Spinoza decía que  lo primero que tiene que hacer toda persona es reconocer sus límites  y eso se logra observándose a uno mismo con profunda honestidad. Venciendo los miedos a reconocernos como imperfectos. 
La sociedad del “tú puedes” atenta contra este gran desafío que es el de reconocer nuestras limitaciones, aquello contra lo que no podemos. Este reconocimiento es sumamente importante, no sólo para no sucumbir en la frustración insistiendo en llevar a cabo propósitos o proyectos que están más allá de nuestras posibilidades, sino también porque la verdad es que, como humanos, somos siempre imperfectos, seres siempre inacabados. Hay una magia increíble en nuestro ser imperfecto, y esto es lo que nos permite superarnos, reflexionar en torno a qué debemos hacer para tener una vida más buena o significativa. 

¿Por qué al ser humano le  importa tanto lo que piensa el otro?

Porque somos inseguros. Somos animales sociales.  El ser humano es un ser en relación, no somos ajenos al otro. El otro es muy importante. Pero no por eso la vida tiene que estar diseñada en función del otro. En el reconocimiento del otro encuentro amor. Pero hay un delicado equilibrio entre eso y no renunciar a mi mismo. Tenemos un deber para nosotros mismos.  Nos dicen desde chicos que hay que  ser buena madre, buena amiga, buena hija. Pero es primordial ser bueno con uno mismo. No es un derecho sino  un deber. Y eso no es ser egoísta. 
Si no nos cuidamos a nosotros no podemos cuidar al otro. 
El ser humano siempre quiso estar bien, la famosa búsqueda de el bienestar . Desde que el hombre es hombre busca el bienestar y en esa búsqueda nadie nos enseña que hay que ocuparse de uno mismo. 

Hay una teoría de que las personas cuando arrancan terapia largan todo al diablo…

Sí,  y es un disparate. A veces hay que patear el tablero, sí, pero la verdadera libertad no es la de quien patea el tablero y se saca todo el peso de la vida de encima sin pensar. De hecho, es imposible sacarse todo el peso de la vida de encima… La vida nos pesa y eso es algo bueno. Las personas vamos a terapia para poder pensar acerca de cómo queremos llevar ese peso para apropiarnos de nuestra propia vida, eligiéndola. Y para elegir primero debemos tomarnos el tiempo para pensar qué es lo que queremos. Podemos patear el tablero, sí, pero primero debemos pensar si realmente queremos o debemos patearlo para sentirnos mejor con lo que somos y lo que hacemos. De lo contrario es una mera reacción impulsiva que nada tiene que ver con un buen proceso terapéutico. 

¿Qué es la felicidad para ti?

La felicidad es una sensación  que te sobreviene en esos instantes en los cuales te das cuenta que estas donde debes  estar, haciendo lo que debes hacer. Uno experimenta una satisfacción impresionante, un placer inmenso en esos momentos en los que nos damos cuenta de que hemos podido ser consecuentes con lo que pensamos, y que podemos elegir lo que somos y lo que hacemos. Tenemos el deber de ser honestos y consecuentes con nosotros mismos, y este deber -el más difícil de todos- no se nos enseña ni educa. Es una lástima, porque la felicidad tiene mucho que ver con el ser conscientes de que tenemos este deber para poder satisfacerlo. 

¿Cómo se llega a esos instantes?

Algunos aparecen más que otros. Me puedo  garantizar esos instantes conociéndome a mí mismo, en el error y en  el acierto. Uno va viviendo una vida consciente, examinada, eligiendo lo que tiene sentido para ti. Y ahí  entendés qué es lo que debés y querés hacer. 
Por eso surgen las famosas crisis de mediana edad, porque uno hace durante mucho tiempo  lo que tenía que hacer pero ¿dónde quedé yo? Hice lo que debía hacer, pero dónde está lo que yo quiero. Sobreviene la crisis de y¿ahora qué hago?.

¿Por qué  pensás que la sociedad está tan agresiva, enojada?

Porque estamos exigidos de todo lo que HAY  que hacer. No hay respiro. Estamos respondiendo a estímulos del exterior y no tanto a los estímulos o llamados que vienen de nosotros mismos. 
Por otro lado el mal terrible del mundo contemporáneo: el individualismo. estamos perdiendo ese espíritu de compartir y escuchar al otro. Respetar el espacio del otro. Hay una falta de consideración, los vínculos están dinamitados. El tiempo para escuchar y hablar con el otro. La gente necesita ser escuchada. Vas a un restaurante y miras a pareja con el celular en la mano sin hablarse. El vínculo humano se construye en la mirada, el tacto, escuchar.
La falta de eso trae consecuencias. De repente no te das cuenta que lo querés es hablar. No tiene que ser algo traumático, sino poder hablar de cómo fue nuestro día. 

Por último, qué  trajo de positivo para ti  la pandemia?

Oportunidades.. frente a una tormenta actuamos todos diferente,  pero sin dudas a mucha gente le representó evaluarse, ver qué es lo importante. Qué es lo que quieren y lo que no.











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