Se llama como su abuela, Margot, pero todos la conocen como Margo. Tiene dos licenciaturas, es uruguaya y sus diseños han sido tapa de Vogue. Dueña de un estilo único, conversamos con Margo, una mujer joven, inteligente, que se define como una “nerd apasionada de la moda”. Para ella, la moda va más allá del diseño de una prenda, para ella, la moda es magia.
¿Margo, por qué crees que te destacás frente a las demás diseñadoras?
No sé si me destaco, puedo decir que tuve golpes de suerte pero desde siempre invertí en una imagen de marca, en crear una fotografía coherente, que fuera consistente.
Se nota mucho la influencia de tu estilo en los diseños de otras diseñadoras locales….
Lo dijiste tú, no yo. En mi caso hay una creación de identidad desde la primera colección. Yo diseño con dos o tres temporadas de anticipación. El fin de semana pasado fuI a un casamiento en el que habían varias invitadas con vestidos míos de hace dos temporadas. Ahora además se usa mucho alquilar los vestidos y hay vestidos de hace 4 años que la gente sigue usando.
La uruguaya adopta tu estilo un año después, son pocas las que se animan de entrada..
Sí, es verdad. Muchas entran quizás a ver un vestido que está en fluor pero se llevan el mismo diseño en blanco. Igualmente trato siempre de darle al diseño un guiño actual, una pincelada de tendencia
Siempre es más difícil de comercializar un producto identificatorio que algo básico.
¿Usas alguna influencer para que muestre tus diseños, o se da de forma natural?
Se da naturalmente. Son las clientas las que eligen, son micro influencers que se animan. Son “early adopters”.
Uno puede tener terrible imagen pero que el producto no esté bueno, acá el producto valida la imagen.
Fuiste la primera uruguaya en instalar el ¨volado¨ que tanto se usa hoy en día. De hecho muchas de las diseñadoras lo adoptaron en sus colecciones, ¿tú ya buscás desligarte de ese estilo?
No necesariamente, yo creo que el adn de la marca va mas allá de un molde. El estilo perdura pero mi idea es diseñar un producto que al verlo sepas que es mío. En definitiva el recorte del universo de la marca siempre te lo llevas más allá de la prenda en sí.
¿Cómo definirías tu estilo?
Mis clientas me dicen que se sienten empoderadas usando Margo. Despiertan conversación, se sienten felices. Eso es lo mejor. La marca logra establecer una elegancia y una mini innovación. Siempre dentro de tu estilo, con tus accesorios, y con tu forma de llevarlo. Mis vestidos son transgeneracionales, los usan tanto las madres como las hijas.
¿Esto de que los vestidos sean transgeneracionales fue pensado, o se dio naturalmente?
Se dio un poco naturalmente. Mi madre y mi abuela me metieron en el mundo de la moda, siempre influyeron en mí. A los seis años pedí una máquina de coser de regalo para el día del niño. Cuando nos íbamos de viaje visitábamos tiendas de diseñadoras reconocidas y mirábamos las costuras, ese era el plan ¡y me encantaba!. Siempre fui muy nerd, amo la investigación, estudiar.
Para muchos la moda es algo frívolo y nada más lejos, hay un costado apasionante que es que a través de la moda se puede conocer la historia de la humanidad. Hay un lado sociológico detrás de lo que se usa, por eso para mí la moda es más profunda. No es un ¨hacer pilchas¨, detrás de cada colección mía hay una investigación.
Siempre sentiste esa pasión por la moda, sin embargo no la elegiste como carrera de entrada, y hasta estudiaste Administración de Empresas…
¡Arranqué estudiando Economía! Nada que ver. La realidad es que siempre tuve los dos lados del cerebro muy estimulados, y me encanta estudiar. Hice el Bachillerato Internacional en Economics y me fue bárbaro, tuve la mejor nota, por lo que inferí, erróneamente, que tenía que estudiar Economía y hacer la moda como un hobby. Arranqué facultad y estaba deprimida, no tocaba un libro, estaba desganada. Un día estaba andando en bici por la rambla, y me encuentro con una compañera de clase del colegio, Pilar Soto, a la que le debo todo porque fue ella quién me hizo abrir la cabeza, me comentó que estaba estudiando Diseño y que estaba fascinada. No podía creer. Esa misma tarde fui a la Universidad ORT y me anoté en Diseño. Les conté a mis padres esa noche cuando ya me había anotado.
¿Y cuál fue la reacción de tus padres?
Vengo de una familia muy tradicional, y mi padre, que es muy estructurado, creía que la moda no era suficiente para mí. Èl sostenía que yo tenía que ser independiente para lo que sea, me planteó: ¿qué pasa si sos mala en moda?, tenés que tener una herramienta más. Esa misma semana me reuní con el decano de la ORT y le dije que quería estudiar Administración a la par y el me dijo que físicamente era viable porque una se cursaba a la mañana y la otra a la tarde, pero que lo veía complejo, muy exigente. Fui por ambas carreras, no tenía nada que perder, además podía revalidar algunas materias entre una carrera y otra. Y resultó que la carrera de moda fue la más exigente que hice.
Imagino que fueron años bravos…
Fueron cuatro años intensos, una montaña rusa. Me propuse estudiar y absorber todo el conocimiento de las clases. Mis compañeros pensaban que tenía cuarenta, me sentaba, prestaba atención y me iba, no hablaba con nadie. Tuve muy buenos grupos de trabajo que me ayudaron un montón.
Lo pienso para atrás y fue una locura pero no me arrepiento, me sirvió para ser la que hoy soy, y lograr lo que logré. En el mundo de hoy uno es su propia contadora y community manager, ¡y aún más para emprender!
¿Cuándo decidiste dedicarte al diseño en un 100%?
Mi familia siempre me apoyó en cada emprendimiento, en casa había un árbol de tilo y yo le vendía el tilo a la farmacia. Soy muy creativa y activa. La carrera de Administración la terminé con un plan de negocios que era una tienda on line para diseñadores independientes, a los que les hacíamos la gestión de venta internacional. Era el año 2008, era muy innovador, casi no se usaba el e –commerce en Uruguay. Fuimos a la defensa de tesis y nos dijeron que nadie iba a comprar moda online, nos tiraron la idea para atrás. El tutor nos planteó sacar el producto al mercado para testear en vivo quién era el cliente y así lo hicimos. No se prendió ninguna marca, solo Mutma y Laurel por lo que creamos una marca propia de accesorios, Fashion Box. Y nos prendimos en la edición de MOWEEK de ese año, eramos siete stands. Ganamos el concurso de emprendedores en la mira, y así fue que arranqué.
¿Y cómo llega “Margo indumentaria”?
No soy una persona prolija en su proceso , hago como puedo y mi mente trabaja cero metódica. No largo lo que hago jamás, pero como no soy metódica me atrasé en la carrera de diseño.
Cuando me tocó hacer colecciones en la carrera vino un profesor argentino y trajo a gente experta del mundo de la moda a ver las colecciones, y entre ellos estaba Rosario San Juan que quedó fascinada con mi colección de prints. Fue mi primera colección de indumentaria. Así fue como las clientas que me vieron en pasarela de Moweek con aquel proyecto de accesorios, me empezaron a encargar diseños. De esto hace cuatro años ya.
Estuviste la semana pasada en Cartagena en la LAFS (Latin American Fashion Summit) ¿Qué conclusión sacaste de tu participación en este evento de moda internacional?
En Cartagena me di cuenta que la marca está pronta a nivel internacional. Hay mucha indumentaria que no puede salir al Río de la Plata; hay marcas que son muy lindas pero que no logran salir.
En febrero saliste en la tapa de Vogue, ¿cómo se te dio eso?
Es magia. Muchas veces se alinean los puntos, siempre digo que hay una conexión de puntos que se dan, y estás en el momento justo en el lugar justo.
En verano de 2018 se realizó un evento de Chanel Beauty en Punta del Este y las encargadas de Chanel de Chile compraron mis vestidos en Magma. Las tres estaban vestidas en el evento con un vestido de mi marca. Yo estaba en la playa y me entero de esto por mi cuñada que es Brand Manager de Chanel en Uruguay, entonces me voy a casa, me baño, me cambio, y voy al evento a presentame y saludarlas. A los meses me llama una de estas mujeres a invitarme al lanzamiento de Chanel Nº 5 en Chile. En ese evento conozco a la editora de belleza de Vogue Latinoamérica y me pide que le envíe prendas para una sesión de fotos, tenía que ser un traje de baño porque era para belleza. Yo me casaba el 23 de marzo, era un caos mi vida entre reuniones, organización, etc., y el 1 de marzo (plena semana de carnaval) me llama nuevamente a pedirme que se lo envíe en cuatro días para hacer una foto con el diseño con una de las Kardashian. Llamo a DHL y me dicen que como es Carnaval iba a demorar varios días en llegar, casi me da algo. Era una oportunidad única para mi. Fui a rogarles que lo hicieran llegar en los siguientes tres días. Para colmo me habían enviado mal la dirección, tuve que volver a cambiar la dirección, discutiendo con el de DHL porque no me dejaban. Fue toda una situación insólita. Y al mes, estando de luna de miel me llega un whatsapp con la tapa, me lo manda una amiga, casi me muero.
¿Confeccionás todo en Uruguay?
Sí, y ¡no es fácil!. Tengo un gran equipo, pero también limitantes para confeccionar acá en grandes cantidades.
¿Qué planes tenés de acá a 5 años?
Actualmente me encuentro en un proceso de internacionalización de la marca. La idea es lograr un flujo de exportación constante. Hasta este momento fueron ventas de e-commerce puntuales, para Chile, Méjico, y Miami. Hoy Argentina es la panacea pero es inviable porque es muy complejo vender allá. Estoy tratando de vender la colección en el exterior a través de e –agents lo cual es muy usual en Estados Unidos. Se comercializa por intermedio de agentes tercerizados.
¿Cuál es tu diferencial?
Creo que le agrego algo de magia a mis prendas. La moda tiene que tener algo de magia, el mundo no necesita más ropa sino que lo que te pongas te haga sentir bien, feliz, y única.
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